Son muchas las razones por las que admiramos y amamos Juan Pablo II, a quien celebramos como santo el 22 de octubre. Sobre todo lo amamos porque con su ejemplo nos mostró a Cristo, camino al Padre, por lo que bajo la guía del Espíritu Santo y bajo la mirada de la Virgen María. Como él emprendamos el camino de la santidad. Recordemos lo que nos dijo: «La vocación del cristiano es la santidad, en todo momento de la vida. En la primavera de la juventud, en la plenitud del verano de la edad madura, y después también en el otoño y en el invierno de la vejez, y por último, en la hora de la muerte».
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