martes, 31 de mayo de 2011

JESUCRISTO, el Centro de la alegría por la Beatificación de Juan Pablo II

LAS CLAVES DE SU VIDA

Mons. Pedro Agustín Rivera Díaz

JESUCRISTO, EL MENSAJE CENTRAL DE JUAN PABLO II

El mensaje más importante que tenemos que proyectar en los homenajes a Juan Pablo II, no es su persona, sino Aquel a Quien él, con toda su vida nos muestra y nos conduce, es decir: a nuestro Señor Jesucristo.

Más allá del aspecto emotivo, más allá del conjunto de mensajes y experiencias que Juan Pablo II nos haya dejado, tenemos que descubrir y reconocer a Aquel que transformó su vida; tenemos que descubrir y seguir a Jesucristo, verdadero Dios y verdadero hombre.

Viviendo el tercer pontificado más largo de la historia, de casi 27 años, el 2 de abril del 2005, el Papa Juan Pablo II muere a las 14:37 horas de México, después haber recorrido el mundo anunciando a Jesucristo y dejando infinidad de enseñanzas y documentos, pero sobre todo dando testimonio de entrega generosa al servicio de cada ser humano y de la humanidad entera, de su amor a la iglesia, su devoción a la Virgen María y su fe trinitaria en el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Su lema “Totus Tuus” y su invitación “Abran las puertas Jesucristo” son dos expresiones que enmarcan su pontificado y en las que está sintetizada la fe en quien le da sentido a su existir: Jesucristo nuestro Señor, el Hijo de Dios, el Hijo de María Santísima.

El encuentro con Jesucristo lleva a Karol Wojtyla, en su infancia y desde su familia, a descubrir y reconocer que Dios es amor y que ese amor nunca se aparta del ahombre, ni siquiera en los momentos más terribles para él o para la humanidad entera. Dios está siempre en medio de nosotros y se manifiesta con su amor, lleno de misericordia.

El amor que Jesucristo, desde la eternidad, le tiene a Lolek y como respuesta personal, el amor que Lolek, desde su infancia, le tiene a Jesús, da sentido a la existencia de Karol Wojtyla, por lo que de manera muy firme sigue a Jesucristo, Quien es Camino, Verdad y Vida.
En Jesucristo, Karol Wojtyla se descubre y reconoce a sí mismo y así en Jesucristo descubre y reconoce el misterio del hombre, de tal manera que entiende que el amor a Dios, pasa necesariamente a través del amor a todo ser humano.

Todos los días, el joven Karol busca la oportunidad de profundizar, para conocer, amar y servir, el misterio de Dios y del hombre y lo hace a través de la oración, en particular en la celebración de la Misa y en la contemplación de Jesús Eucaristía.

La fortaleza física y espiritual que se manifiesta en la constante bondad y perseverancia, a lo largo de toda la vida de Karol Wojtyla tiene su fuente en el amor que se alimenta, sostiene y fortalece en la oración. Oración que es diálogo de corazón a corazón con Dios y con los hombres. Juan Pablo II, no sólo en su pontificado, sino en toda su existencia, como laico, presbítero, obispo y Papa, se manifiesta siempre como un hombre contemplativo en la acción y activo en la contemplación.

El amor que se hace oración y oración que se hace servicio, son notas características de la personalidad de Wojtyla, el hombre que en cada ser humano ve el rostro de Dios y en Dios ve a cada persona y a la humanidad entera.

El documento conciliar, “Gaudium et spes”, en cuya elaboración participó el obispo polaco Karol Wojtyla, en el número 22 señala: “el misterio del hombre sólo se esclarece en el misterio del Verbo Encarnado”. Esta afirmación, manifiesta la centralidad de Jesucristo en la vida del hombre para que pueda comprenderse a sí mismo y a la realidad en la que está sumergido y realiza su existencia.

La presencia de Dios en medio de la humanidad, se hace realidad en Jesucristo y se prolonga a través de los siglos en la Iglesia, a través de los bautizados y manifiesta destellos de esplendor de manera especial, en los hombres y mujeres santos, que son testimonio de los frutos de la conjunción del binomio: amor a Dios, amor a la humanidad. El mayor ejemplo lo tenemos en la Virgen María y también en los santos que a lo largo de los siglos han existido. La consecuencia del binomio: amor a Dios – amor a los hombres, es la santidad.

Karol descubre esta realidad en la Iglesia, comenzando por la experiencia de la iglesia doméstica, su propio hogar y de ahí se abre a la experiencia de la Iglesia en su parroquia, en una diócesis y en el mundo entero.

Wojtyla reconoce que el tesoro del amor de Dios por cada persona, revelado en Jesucristo, no es sólo para él o para la Iglesia por lo que vive el ímpetu misionero que lo lleva a compartir, la experiencia de la centralidad del amor a Dios y a los hombres; por lo que para él no existirán barreras físicas, ideológicas o religiosas, que le impidan compartir con todos, la esperanza que salva, el perdón que redime y el amor que une a los hombres entre sí y con Dios, que es Jesucristo.

La beatificación, y esperamos pronta canonización, son una muestra de lo que Dios puede hacer en la persona que se deja hacer por Él y una muestra de lo que ser humano puede llegar a ser, si de manera auténtica, perseverante y sin miedo, abre las puertas de su corazón, de su familia, de toda realidad humana, a Jesucristo, por eso, como mensaje central, en todo homenaje a Juan Pablo II debe de seguir siendo proclamada y escuchada la invitación que nos hizo desde el inicio de su pontificado. “¡Hermanos y hermanas! ¡No tengan miedo de acoger a Cristo y de aceptar su potestad! ¡Ayuden al Papa y a todos los que quieren servir a Cristo y, con la potestad de Cristo, servir al hombre y a la humanidad entera! ¡No teman! ¡Abran, más todavía, abran de par en par las puertas a Cristo! Abran a su potestad salvadora los confines de los Estados, los sistemas económicos y los políticos, los extensos campos de la cultura, de la civilización y del desarrollo. ¡No tengan miedo! Cristo conoce “lo que hay dentro del hombre”. ¡Sólo Él lo conoce!” (Juan Pablo II. Homilía inaugural de su pontificado. 22-oct-1978).

Desde esta visión sintética, amor a Dios - amor al hombre, el Papa Juan Pablo II se esforzó para impregnar toda realidad humana con el amor de Jesucristo, haciendo que el amor de Dios llegara a cada persona, a cada familia, a la humanidad en su conjunto y a todas sus realidades sociales, económicas, políticas, educativas, etc., iluminando y dando sentido a la existencia humana, que en Jesucristo se transforma en fe, amor, solidaridad, desarrollo y paz, en la consecución del bien común.

En síntesis, como fruto de los homenajes a Juan Pablo II debemos valorar y vivir, LAS CLAVES DE SU VIDA: El amor a Dios, el amor a Jesucristo, el amor al hombre, el amor a la Iglesia, el amor a la Virgen María y a los santos, el compromiso misionero, la perseverancia en la oración y en el hacer el bien, para construir un mundo mejor, más solidario, más humano, más de Dios, a través de la vivencia de la verdad, la libertad, la justicia, el amor; valores humanos que también son expresión del Reino de Dios.

2 comentarios:

  1. ...JESUS es el puente para llegar a dios ...

    ResponderEliminar
  2. muchas veces compartimos expresiones ,sentimientos pero muy adentro en el corazon hoy me siento la persona mas feliz porque se que dios esta conmigo y con mi espiritu ... el vela por mi y mi familia ...yo se que talvez esto no tenga nada que ver con el contenido de esta lectura .. pero solo a dios le interesa que un hombre o mujer lo tenga presente en su corazon ... en su conciencia ..QUE DIOS LOS BENDIGA A CADA UNO DE USTEDES....

    ResponderEliminar