11-09-26. Lunes XXVI
Lc 9,46-50.
TODO PARA LA GLORIA DE DIOS
Mons. Pedro Agustín Rivera Díaz
VER | Parecería que en el corazón del hombre está el deseo de sobresalir sobre los demás. |
JUZGAR | Jesús nos invita a ser libres, a actuar con libertad, por y con el gusto de hacer el bien y no por un “reconocimiento”, “premio” o “recompensa”. Hacerlo de otra manera nos debilita y cansa porque nos “frustra” si no alcanzamos lo que queremos o nos lleva al “abatimiento” si somos criticados. Actuar en libertad nos lleva a valorar al otro e incluso promover su desarrollo y el bien común, de otra manera se genera la envidia y la división al ver al otro como un competidor. La mayor libertad la alcanzamos cuando todo lo hacemos por amor a Dios, para su mayor Gloria. Así si tenemos éxito es para su Gloria y si no alcanzamos la meta deseada, nos critican o incluso nos agreden por el bien realizado, todo lo ofrecemos también para la Gloria de Dios. |
ACTUAR | Hoy procuraré me esforzaré por actuar en libertad y para Gloria de Dios. Me esforzaré en servir a mis hermanos sin esperar recompensa alguna y procuraré el crecimiento del “otro”. Actuaré en todo, sin buscar ningún provecho personal. Todo para Gloria de Dios. |
Evangelio: Lucas 9, 46-50: Un día, surgió entre los discípulos una discusión sobre quién era el más grande de ellos. Dándose cuenta Jesús de los que estaban discutiendo, tomó a un niño, lo puso junto a sí y les dijo: «El que reciba a este niño en mi nombre, me recibe a mí; y el que me recibe a mí, recibe también al que me ha enviado. En realidad el más pequeño entre todos ustedes, ése el él más grande». Entonces, Juan le dijo: «Maestro, vimos a uno que estaba expulsando a los demonios en tu nombre; pero se lo prohibimos, porque no anda con nosotros». Pero Jesús respondió: «No se lo prohíban, pues el que no está contra ustedes, está en favor de ustedes».
LEER. Jesús, ante las “fallas”, errores”, “limitaciones”, “envidias” y “mezquindades” de sus discípulos, no los regaña, ni los rechaza o los aparta de su lado. Los ama, les tiene paciencia y les instruye porque sabe que todavía falta que crezcan en el amor y en la libertad para dar lo mejor de sí mismos. Hoy les enseña sobre la libertad en el actuar, la alegría en el servicio con y por el amor a Dios y como, aún, los más pequeños, son amados por Él y nuestro Padre Dios, pues Ellos no hacen distinción de personas por lo que tienen o aparentan, sino por lo que somos: Hijos del Padre, redimidos por Jesucristo, templos del Espíritu Santo.
MEDITAR: En muchos de nuestros ambientes, incluso en el seno familiar, nos dejamos condicionar por valores que no son cristianos. Como nos acostumbramos a ellos, porque nos rodean y están presentes en los estilos de vida de quienes no conocen a Dios, pensamos que seguir a Jesús es “no exagerar”, pero si conservar algo o mucho de envidia, de espíritu de competencia, de crítica hacia los demás, de menospreciar al que consideramos menos o inferior a nosotros, etc. Actitudes como estas las justificamos quizá sin darnos cuenta que ellas manifiestan “las esclavitudes” que nos oprimen y no nos dejan ser felices, pues incluso son manifestación de nuestra baja autoestima.
Para “autoengañarnos” y pretender engañar a los demás” nos justificamos diciendo que “eso mismo hacen todos”, que “así somos”, que “no somos santos”. Lo que realmente deberíamos pensar es que si conocemos a Cristo, no podemos seguir los condicionamientos que oprimen a la mayoría de las personas, aunque no se den cuenta e incluso las disfruten. Quienes hemos conocido a Cristo, sabemos que Él murió en la Cruz para liberarnos, de toda esclavitud, para que auténticamente seamos libres, podamos amar y seamos felices.
San Ignacio de Loyola dejó a los jesuitas la consigna “Ad maiorem Dei gloriam” que se abrevia “AMDG” y que significa “Todo para la mayor Gloria de Dios”, expresión que la sabiduría popular se expresa con el dicho: “haz el bien sin mirar a quien”. Entre estas dos expresiones, yo me quedo con la primera. Para ser plenamente feliz ¿con cuál te quedas tú?
ORAR: Señor, renuévame, haz que entre en mi corazón y con el deseo de ser feliz, reconociendo mis errores y faltas, deje que el amor me sane y en lugar de criticar a mis hermanos, aprenda a señalar sus cualidades, que aprenda a servir de manera desinteresada, de tal manera que mi gozo sea el hacer el mayor bien posible y que independientemente del reconocimiento o rechazo que pudiera recibir, mi alegría sea el hacer todo por amor a Ti y para mayor Gloria de Dios.
CONTEMPLAR: Revisaré mi vida y las ocasiones en que, he realizado las cosas en búsqueda de un bien personal o para quedar bien. Revisaré los sentimientos que me ha generado no recibir la recompensa esperada o en lugar de felicitaciones haber recibido críticas o regaños.
Reconoceré que al no actuar con libertad y si, con intereses particulares, me ha generado inseguridad y temor, incluso envidia, cuando a “otro” se le ha reconocido más que a mí o en lugar de mí.
Hoy me esforzaré en vivir cristianamente, buscando hacer todo para Gloria de Dios.
ACTUAR: Le pediré a Dios la Gracia de actuar sin esperar recompensa alguna, poniendo en ello mi amor, procurando en todo la mayor Gloria de Dios.
Que todos te conozcan y te amen es la única recompensa que quiero. Madre María Inés Teresa Arias.
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Seguimos el esquema de la Lectio Divina: Leer, meditar, orar, contemplar y actuar.
Leer, es escuchar la Palabra de Dios y ponerla en contexto.
Meditar es reflexionar sobre lo que el texto bíblico me dice.
Orar: Es responder a la Palabra, qué le digo a Dios: es petición, intercesión, agradecimiento, alabanza, etc.
Contemplar el reto de llegar a la conversión de la mente, del corazón y de la vida, según el Corazón de Cristo.
Actuar, es mi compromiso por hacer vida la Palabra de Dios.
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