lunes, 17 de octubre de 2011

Meditación del 17 de Octubre del 2011

11-10-17. Lunes 29º
Lc 12, 13-21.

SOY MUY VALIOSO(A) PARA DIOS.

Mons. Pedro Agustín Rivera Díaz

Evangelio: Lucas 12, 13-21: En aquel tiempo, hallándose Jesús en medio de una multitud, un hombre le dijo: «Maestro, dile a mi hermano que comparta conmigo la herencia». Pero Jesús le contestó: «Amigo, ¿quién me ha puesto como juez en la distribución de herencias?». Y, dirigiéndose a la multitud, dijo: «Eviten toda clase de avaricia, porque la vida del hombre no depende de la abundancia de los bienes que posea».

Después les propuso esta parábola: «Un hombre rico tuvo una gran cosecha. Y se puso a pensar: ¿Qué haré?, Porque no tengo ya en dónde almacenar la cosecha. Ya sé lo que voy a hacer: derribaré mis graneros y construiré otros más grandes para guardar allí mi cosecha y todo lo que tengo. Entonces podré decirme: “Ya tienes bienes acumulados para muchos años; descansa, come, bebe y date a la buena vida”. Pero Dios le dijo: “¡Insensato! Esta misma noche vas a morir. ¿Para quién serán todos tus bienes?”. Lo mismo le pasa al que amontona riquezas para sí mismo y no se hace rico de lo que vale ante Dios».

I.- ENSEÑANZA BREVE: Podemos tener bienes materiales o no, lo importante es no apegarnos a ellos. Aún más importante es hacernos ricos de lo que vale ante los ojos de Dios. Muchas personas han encontrado paz al hacer de Jesús el centro de su vida y a partir de Él, han puesto orden en su relación con las personas y las cosas materiales.

II.- VER - JUZGAR  -ACTUAR
VER
Hay quienes matan con tal de tener algún bien material. Hay quienes sufren porque no quieren perder sus bienes materiales, hay quienes sufren porque no los tienen.
JUZGAR
Todo bien material es pasajero, se pierde el tiempo cuando vivimos apegados a las cosas materiales. El tiempo mejor aprovechado es cuando lo usamos para fortalecer nuestra relación con Dios y en Él aprender a moderarme en el uso del dinero y de las cosas.
ACTUAR
Me esforzaré en reconocer la presencia de Dios en mi vida. Le pediré que me deje experimentar cada vez más su amor, para ser libre y no vivir apegado a los bienes materiales. Le agradeceré los dones que me ha dado y entregándome a Él, los pondré al servicio de mis hermanos.

III.- LECTIO DIVINA. Leer – meditar – orar – contemplar - actuar.

LEER. Hay una multitud que escucha a Jesús, entre ellos hay un hombre que está físicamente ahí, pero sus conflictos interiores le hacen estar en otro lado. La pregunta “inoportuna” y la respuesta de Jesús  deja en claro la importancia que Jesús da a cada persona, la manera en que se “abaja” para escucharlo y atenderlo y la forma en que Jesús, aprovecha toda oportunidad para iluminar la vida de cada persona y de la multitud.

MEDITAR: Seguramente que cualquiera se sentiría frustrado si está hablando de cosas importantes y de repente alguien sale con un tema diferente, pues esto significaría que esa persona en lugar de escuchar, solamente oía. Estaba físicamente pero su mente la tenía en otro lado. El hombre de la narración evangélica no sabía escuchar ni reconocía a Quien estaba hablando. Esto es lo que le pasa a mucha gente cuando va a Misa. Está pero no está.

El Señor Jesús, está atento a las necesidades de cada persona, podría haber hecho como que no oyó la pregunta, podría haber ignorado al hombre y seguir con su tema. No actúo de esa manera porque Él si escucha y le importa cada persona, por eso se “abaja”, se pone al nivel del hombre que le cuestiona y le da una respuesta ante lo que le angustia y con ello da una doble enseñanza a la multitud. 1.- La atención amorosa a cada persona, aún en medio de la gente y 2.- El error que se comete cuando la felicidad se hace girar en torno a las cosas materiales.

Jesús respondió, ¿el hombre escuchó? No lo sabemos porque san Lucas no señala lo que ocurrió con él, pero podrían haber sucedió dos cosas. Escuchó y entendió lo que el Señor Jesús le dijo y entró en paz o siguió metido en su problemática.

ORAR: Señor Jesús, gracias porque sé que me escuchas, concédeme que no sea sordo a tu voz, que no ponga mi felicidad en las cosas materiales y que no sea irresponsable en el uso y administración de ellas, pero sobretodo que nunca deje de escuchar tu Palabra y en todo procuré hacer tu voluntad.

CONTEMPLAR: ¿En dónde está la auténtica felicidad?: en Dios. Él nos ha creado, Él nos acompaña a lo largo de nuestra vida, Él nos espera para darnos el gozo de la Vida Eterna. Él nos provee, con más de lo que necesitamos e incluso para compartir, sin embargo, el error de muchos es querer tener más de lo que realmente necesitan.

Eviten toda clase de avaricia, porque la vida del hombre no depende de la abundancia de los bienes que posea. Muchas personas son encandiladas por los medios de publicidad, que usando la psicología de masas, crean “necesidades”, “no necesarias”, ficticias, superfluas y no indispensables, que además, como tienen un costo, al no tener dinero inmediato para pagar, “dan la facilidad” de “endeudarse” y tener así, ya no una necesidad sino una obligación que de no cumplirse puede ser penada por la ley. Quienes caen en la trampa del consumismo, se sumergen en una espiral de esclavitudes que quitan la paz y a algunos les hacer perder todo, incluso la vida.

Hoy todo puede ser comercializado y vendido como una “necesidad” que engendra otra “necesidad”. Consume – paga, come - adelgaza, ten sexo – no tengas hijos, aparenta tener más que otros – endéudate, etc.
El señor Jesús nos pide que “busquemos ser ricos en lo que vale ante Dios”. Lo importante de su propuesta es que lo que “nos pide no tiene costo” y sin embargo es “lo más valioso de la vida del hombre” y nos genera una gran recompensa y nos da paz y felicidad, en lugar de deudas, cobros y angustias.

¿Qué es lo valioso ante Dios? El ser humano, Tú mismo, por eso debes buscarte y encontrarte en Dios, para reconocerte amado por Él, amarte en Él y en Él amar a los demás. Así serás libre. Así serás feliz. No eres valioso por lo que tienes o haces, eres valioso por ti mismo, porque eres imagen de Dios y en cuanto bautizado: su hijo(a).

Dado que lo más valioso para Dios es cada ser humano, debes procurar salir al encuentro con tu hermano. Buscar lo valioso para Dios, amarnos unos a otros, es el fundamento de toda sociedad. Comienza por amar a tu cónyuge, sigue con tus hijos, padres, hermanos y demás familiares. Extiende tu amor a tus amigos, vecinos, compañeros de trabajo, etc. Ama a todos.

El amar a los demás, me lleva a salir de mi egoísmo y me reta a ser mejor y desarrollar las cualidades que Dios me da y a procurar que mi prójimo viva un proceso similar. ESO ES PRECIOSO A LOS OJOS DE DIOS.
¿Qué más puede ser precioso a los ojos de Dios? Piensas bien, otras de las cosas más valioso para Dios es que en las relaciones humanas, fundadas en el amor, reine la justicia, la verdad, la búsqueda del bien común y como fruto se tenga la paz y el desarrollo de todos, como expresión de la solidaridad cristiana.

Si gustas, puedes seguir acercándote a Jesús, para decirle “Maestro, dile a mi hermano que comparta conmigo la herencia” o para decirle: Señor, atento a tu voz, quiero buscar, encontrar y realizar lo que es más precioso a tus ojos.

Ciertamente, y a manera de conclusión absoluta, dado que nadie da lo que no tiene, lo más valioso para ti, para mí, para todos, tiene que ser amar a Dios y dejarnos amar por Él.

ACTUAR: Revisaré el apego que tengo por las cosas y procuraré mejorar mi relación con cada una de las personas con las que convivo, para manifestarles que reconozco que cada una de ellas es VALIOSA A LOS OJOS DE DIOS.

Cierra un momento tus ojos y di, por lo menos tres veces: 
Gracias, Señor, porque yo soy muy valioso(a) para Ti, y en Ti me amaré.
Gracias, Señor, porque me has rodeado de personas que son muy valiosas para Ti y por Ti las amaré.
Gracias, Señor, porque eres lo más valioso para mí, concédeme amarte, todos los días de mi vida, hasta la eternidad.

Que todos te conozcan y te amen es la única recompensa que quiero. Madre María Inés Teresa Arias.

Si deseas hacerme llegar algún comentario sobre este artículo, puedes escribirme a evangelizarorando@yahoo.com.mx

Seguimos el esquema de la Lectio Divina: Leer, meditar, orar, contemplar y actuar.
Leer, es escuchar la Palabra de Dios y ponerla en contexto.
Meditar es reflexionar sobre lo que el texto bíblico me dice.
Orar: Es responder a la Palabra, qué le digo a Dios: es petición, intercesión, agradecimiento, alabanza, etc.
Contemplar el reto de llegar a la conversión de la mente, del corazón y de la vida, según el Corazón de Cristo.
Actuar, es mi compromiso por hacer vida la Palabra de Dios.

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