jueves, 17 de noviembre de 2011

Meditación del 17 de Noviembre del 2011

11-11-17. Jueves 33ª

REMEDIO PARA EL ESTRÉS.

Mons. Pedro Agustín Rivera Díaz

Evangelio: Lucas 19, 41-44: En aquel tiempo, cuando Jesús estuvo cerca de Jerusalén y contempló la ciudad, lloró por ella y exclamó: «¡Si en este día comprendieras tú lo que puede conducirte a la paz! Pero eso está oculto a tus ojos. Ya vendrán días en que tus enemigos te rodearán de trincheras, te sitiarán y te atacarán por todas partes y te arrasarán. Matarán a todos tus habitantes y no dejarán en ti piedra sobre piedra, porque no aprovechaste la oportunidad que Dios te daba».

I.- ENSEÑANZA BREVE: El texto del Evangelio nos lleva a meditar sobre la fuente de paz, que es Dios mismo, nadie mejor que quienes han experimentado su presencia en su corazón para hablarnos de ella, por eso acudo a algunos de los pensamientos de la Madre María Inés Teresa, que será beatificada el 21 de abril del próximo año.
"Desde que Jesús me eligió, desde que me enamoré de Él, desde que Él fue mi todo, mi alma se estableció en la paz, de la que jamás ha salido, ni aún en épocas de grandes luchas y tribulaciones" (Dirección, 18 abril 1948, p.113). "Cuando una alma ha alcanzado el que se pacifique del todo, y viva en esa paz, que es el don más grande que Dios puede hacernos, después del de la fe, podemos tener la seguridad, basadas en su infinita misericordia, que se va progresando, porque Dios es el Dios de la paz" (Colectivas, 13 enero 1954, I, p.83-84).
"Entre más oprimida me siento, más abrumada, más confío, más espero en su bondad infinita, y así se lo digo. Por eso mi alma no pierde la paz, creo que nuestro Señor, en su bondad, me la ha dado por herencia desde hace muchos años" (Dirección, 5 septiembre 1950, p.298-299).

II.- VER - JUZGAR  -ACTUAR
VER
Le llamamos “estrés” y parecería que todos lo padecemos, no sólo porque siempre andamos apurados, sino también porque muchas cosas nos angustian. La inseguridad social, la violencia, los secuestros, etc. La economía mundial, el salario, el tener trabajo, las cosas que tengo que comprar o pagar, etc. La moda en ropa, en electrónicos, en computadoras, en programas, juegos y videos, etc. Las enfermedades, el cáncer de mama, de próstata, la diabetes, el colesterol, etc. La edad, el físico, la nariz, “las bubis”, etc. El que me quieran, el que me case, el que tenga hijos, el que sea y me sean fiel, etc. La ecología, el cambio climático, la capa de ozono, los tsunamis, los terremotos, etc. Para aumentar el “estrés” las películas de terror, los agoreros, las supersticiones, los horoscopistas, los esotéricos y quienes hacen “limpias”, “amarres” y “trabajos”, etc. Los legisladores que promueven leyes a favor de la homosexualidad, el aborto, la droga, etc. Los escándalos mediáticos de artistas, políticos y hasta de personas de la Iglesia, etc. Aunado a lo anterior, la proliferación de sectas cristianas, de movimientos religiosos, de cultos esotéricos o satánicos, el new age, “la nueva conciencia”, “los iluminados”, el reiki, “la madre tierra”, “la carta de la tierra”, etc.  El relativismo y las ideologías de género, de salud reproductiva, etc.
A cada conjunto de elementos de “estrés”, le pongo un “etc” para que con “tranquilidad” tú le añadas tus fuentes personales de “estrés”.

JUZGAR
El “estrés” es la antítesis de la paz, por eso podemos decir, que al contemplar a la humanidad, Jesús sigue llorando, no porque no lo conocemos o lo rechazamos a Él, sino porque rechazándolo o ignorándolo a Él, nos esclavizamos y un signo de esta esclavitud es el “estrés”.
Fácilmente podemos reconocer que, la mayoría de las cosas mencionadas y las que tú habrás añadido; en su origen, tendrían que ser fuentes de placer y signo de una mejora de vida y sin embargo, por el desequilibrio con que hacemos uso de las cosas, nos llevan a perder el punto central de nuestra existencia, a llenarnos de angustia y a tener la impresión de que a lo que hemos venido al mundo es a sobrevivir y a “ir llevándola”.
Jesús ante Jerusalén, lloró y sus lágrimas son actuales por el mundo, por México, por tu familia, por ti y por mí. Sus palabras: “¡si comprendieras tú lo que puede conducirte a la paz!, tienen que resonar fuerte en nuestro corazón; y tenemos que compartirlas con los que amamos, no sólo para liberarnos del “estrés” y ser felices; no sólo para hacer mejor este mundo; si no sobre todo para ser testigos de la “liberación” (salvación), que Jesús ha traído a nuestra vida, para anticipar el Cielo, aquí en la tierra y para alcanzar la Vida Eterna.
Jesús, mirándote a ti, a mí, a tu familia y al mundo, repite: “¡si comprendieras tú lo que puede conducirte a la paz! Sólo en Jesús podremos alcanzar la paz. Sólo confiando en Él podremos poner orden en nuestra vida. Ciertamente tenemos que vivir en este mundo, pero no tenemos porque seguir todos sus condicionamientos y en medio de ello, debemos manifestar la paz y la libertad que Jesús nos ha dado.
No es extraño que “el mundo” no nos proponga que seamos más pensantes que actuantes. No es extraño que “el mundo” no nos proponga el disfrutar de la verdad, del arte, de lo bello, de lo sublime. No es extraño que “el mundo” rechace a Dios, nos aleje de Él e incluso nos proponga “pseudo religiones” para no llegar a Dios. Si realmente quieres ser libre de tantos condicionamientos y fuentes de “estrés”, SÉ ORIGINAL, CREE EN JESÚS Y SÍGUELO.
Jesús, es el Hijo del Padre y ha venido a mostrarnos cuánto nos ama y a liberarnos, dándonos su paz y amor. Él es, Príncipe de Paz, y nos da su paz, no como la del mundo, sino la Paz, que brota del amor, de la verdad, de la justicia, de la libertad con que Dios nos ha creado.
En Jesús aprendemos que más importante que el tener, el poder, el placer, el parecer o el hacer, es el ser. Y ¿quién soy yo? Soy persona, soy católico, soy hijo(a) de Dios, muy amado(a) por Él. No tengo porque vender mi libertad y perder la paz por un plato de lentejas, que me genera “estrés”, aunque esté “condimentado” y “adornado” de muchas luces, de mucho glamour y de tanta mentira.
ORAR
La antítesis del “estrés” es la paz. Para alcanzarla hay que escuchar, creer y seguir a Jesús, Príncipe de la Paz. Él está más cerca de ti, de lo que tú mismo(a) piensas. Ante el sagrario, ante Él expuesto en una custodia en tu parroquia, o en tu habitación, acércate a Él y acéptalo en tu corazón. Cierra tus ojos y dialoga con Él. Pídele que te dé su paz, que te ayude a poner en orden tus pensamientos y sentimientos, que te ayude a contemplar “tus problemas” y te muestre el camino para resolverlos. Pídele que te dé fortaleza para hacer lo que tienes que hacer. Con tus ojos cerrados, déjate amar por Él. Dile también que le amas y quieres llevarlo en tu corazón, pues HOY, tú reconoces que sólo Él te puede dar la paz que anhelas.
La siguiente oración es de Santa Teresa de Ávila y repetirla varias veces te puede ayudar a conservar la paz en tu corazón. “Nada te turbe, nada te espante, todo se pasa, Dios no se muda; la paciencia todo lo alcanza; quien a Dios tiene nada le falta: Sólo Dios basta”.
ACTUAR
Quizá una de las principales fuentes de “estrés” es la economía. Puedes comenzar a revisar cómo andan tus cuentas y tus adeudos y hacerte el propósito de no comprar nada hasta que tu tarjeta de crédito esté saldada. Esta una idea, el actuar de hoy, puede ser: elaborar un plan de austeridad.

Para hacer llegar algún comentario, puedes escribir a evangelizarorando@yahoo.com.mx

“Que todos te conozcan y te amen es la única recompensa que quiero”. M. María Inés Teresa (Beatificación 21-abril-2012)

No hay comentarios:

Publicar un comentario