miércoles, 23 de noviembre de 2011

Meditación del 21 de noviembre del 2011

11-11-21. Lunes 34ª

SERÉ LA SONRISA DE DIOS

Mons. Pedro Agustín Rivera Díaz

Evangelio: Lucas 21, 1-4: En aquel tiempo, levantando los ojos, Jesús vio a unos ricos que echaban sus donativos en las alcancías del templo; vio también a una viuda pobre, que echaba allí dos monedas, y dijo: «Yo les aseguro que esa pobre viuda ha dado más que todos. Porque éstos dan a Dios de lo que les sobra; pero ella, en su pobreza, ha dado todo lo que tenía para vivir».

I.- ENSEÑANZA BREVE: Una amiga me dijo que, en una charla de evangelización que dio, al estar junto a una señora mayor, de rasgos indígenas y un tanto arrinconada, sintió en su corazón la necesidad de abrazarla y así lo hizo. Su asombro fue, cuando esta mujer comenzó a llorar y le dijo: “Gracias, señorita, hacía mucho tiempo que nadie me abrazaba.
Lo que más gratifica al ser humano no es el tener cosas sino el ser amado. Nuestra sociedad nos engaña y en lugar de ayudarnos a entrar en nuestra interioridad y en la del otro, nos invita a quedarnos en lo superficial y poner como sustituto el “dar cosas” en lugar de “darnos a nosotros mismos”.
La publicidad nos hace creer que “mi yo niño” se sentirá bien si recibe regalos costosos y que mi “yo niño” se sentirá más amado si regala cosas caras y de marca. La frustración viene cuando, no recibo los regalos que creía merecer o cuando las cosas que di, fueron rechazadas o no aceptadas.
La Navidad, ya próxima, el festejo del cumpleaños y la vida diaria, no son mejores, por las cosas que compro o recibo, sino por el tiempo que le dedico a los demás y la calidez del momento que comparto con la familia, los amigos y los compañeros de trabajo o de estudio. La Navidad no es bella por las luces, los regalos, las cenas y “los alcoholes”, sino por el encuentro con los demás y sobre todo por el encuentro con Dios.
Tú y yo podemos ser portadores de este mensaje “de austeridad” y podemos dar el mejor de los regalos. Nuestras “dos monedas” pueden ser “la sonrisa de Dios”, en nuestros labios.
La calidez de mi encuentro con Dios, suaviza mi alma y sacia mi ansia de ser amado y posibilita el que yo pueda amar. El encuentro con Él, pondrá en mi corazón y en mis labios: “la sonrisa de Dios”.
La mujer anciana del relato evangélico es libre, porque ella no da cosas, se da a sí misma. La relación con Dios me hace libre, porque recibo su amor y pone en mis labios su sonrisa.

II.- VER - JUZGAR  -ACTUAR
VER
Todo el año y las 24 horas del día, por diversos medios incluida la internet, recibimos mensajes que nos invitan a demostrar que somos importantes, comprando y endrogándonos económicamente. Así las relaciones humanas se valoran por el costo económico que implican y no por el amor. Así el collar, el vestido, el perfume, el carro, o lo que regale, mientras más costoso, “será la expresión de mi estima”.

JUZGAR
La escena que comentamos me lleva a imaginarme el rostro lleno de arrugas de la anciana y la sonrisa que había en su cara cuando depositó lo que tenía. Además del acto en sí, creo que ese rostro pleno fue otra de las cosas que llamó la atención de Jesús, Quien también debe de haber sonreído, por lo que con alegría compartió su reflexión y su comentario sobre la acción de la anciana. Para mí, en este momento, lo común entre Jesús y la anciana es LA SONRISA DE DIOS en ambos, sonrisa que también puede estar en mi corazón y en mis labios.
El fragmento del Evangelio que hoy meditamos, también nos invita a cuestionarnos sobre la calidad y las motivaciones que tenemos para dar. Hay quienes dan no por generosidad sino por lucirse. Hay quienes dan para “demostrar que tienen” y no tanto para amar. La anciana da porque ama, lo importante no es la cantidad que da, sino el amor que pone en lo que hace y la fe por la que lo hace.
En una ocasión, siendo yo seminarista, en Tlaxco, Tlaxcala, una anciana vestida pobremente, se acercó a un diácono y le dio diez pesos. El recién ordenado, los rechazó diciéndole a la mujer, “no gracias, usted los necesita más”. Otro seminarista y yo, al sentir algo de desprecio en su voz, le dijimos que recibiera esa ofrenda, pero la mujer nos quitó las palabras cuando, esbozando una sonrisa, la sonrisa de Dios, le dijo: “No joven, nosotros ya estamos acostumbrados a no tener, pero los necesitamos a ustedes”. Por lo menos para mí, esta experiencia, me mostró una vez más, que el Evangelio no es palabra muerta, sino Palabra Viva, que da vida. A través de esa anciana, Dios me mostró su sonrisa.
Si das algo, no esperes recompensa alguna, pero además siempre recuerda que lo mejor no es dar cosas, sino darte a ti mismo y esto lo puedes hacer con una sonrisa. En tus labios aparecerá una sonrisa cuando des, con sinceridad: un apretón de manos, un abrazo, tu tiempo con un anciano o enfermo, tu capacidad de escucha ante un(a) amigo(a) con problemas y también, si es necesario, la ayuda económica a una persona necesitada, sin que nadie lo sepa, más que tú y tu Padre Dios, que ve en lo secreto. Con acciones sencillas como estas y las que se te ocurran, tu puedes hacer hoy el mejor regalo, sin que te cueste, siendo tú, la sonrisa de Dios.
Lo mejor de la vida no cuesta, para reunirnos a charlar y compartir la vida, no necesitamos gastar, es suficiente nuestro buen humor y el deseo de expresar a los demás que los queremos. Así seremos la sonrisa de Dios.
ORAR
Señor Jesús, hoy no quiero pedirte nada. Ciertamente tengo muchas necesidades y problemas que contarte, pero lo importante no es que yo me acerque a Ti para pedirte por todo ello, sino el de amarte y dejarme amar por Ti. La calidad de mi oración no la mediré por las muchas palabras que te diga, lo mucho que te pida y me puedas dar, sino simplemente por estar aquí y disfrutar de tu compañía, para que en mí aparezca tu sonrisa, LA SONRISA DE DIOS.
ACTUAR
Hoy en lugar de hacer mi lista de regalos, haré la lista de personas a las que les regalaré una sonrisa, un abrazo, una palabra amable. Haré la lista de las personas a las que les hablaré por teléfono y las que visitaré, llevando a todos LA SONRISA DE DIOS.
Junto con mi familia, pensaremos qué haremos por una familia pobre, visitaremos un asilo u orfanato para hacer presente en medio de ellos el amor y la sonrisa de Dios.

Para hacer llegar algún comentario, puedes escribir a evangelizarorando@yahoo.com.mx

“Que todos te conozcan y te amen es la única recompensa que quiero”. M. María Inés Teresa (Beatificación 21-abril-2012)

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