miércoles, 23 de noviembre de 2011

Meditación del 23 de noviembre del 2011

11-11-23. Miércoles 34ª

DARÉ TESTIMONIO VALIENTE DE MI FE

Mons. Pedro Agustín Rivera Díaz

Evangelio: Lucas 21, 12-19: En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «Los perseguirán y los apresarán, los llevarán a los tribunales y a la cárcel, y los harán comparecer ante reyes y gobernantes por causa mía. Con esto ustedes darán testimonio de mí. Grábense bien que no tienen que preparar de antemano su defensa, porque Yo les daré palabras sabias, a las que no podrá resistir ni contradecir ningún adversario de ustedes. Los traicionarán hasta sus padres y hermanos, sus parientes y amigos. Matarán a algunos de ustedes, y todos los odiarán por causa mía. Sin embargo, ni un cabello de su cabeza perecerá. Si se mantienen firmes, conseguirán la vida».

I.- ENSEÑANZA BREVE: En esta ocasión expongo algunos textos tomados de un documento del siglo II, titulado “Acta del martirio de San Policarpo de Esmirna”. En el año 155 d.C., San Policarpo, obispo de Esmirna fue llevado ante el procónsul quien le quiso hacer apostatar presentándole argumentos sobre el dolor que sufriría. El obispo respondió: “Ochenta y seis años ha que le sirvo (a Jesucristo) y jamás me ha hecho mal; al contrario, me ha colmado de bienes, ¿cómo puedo odiar a Aquel a Quien siempre he servido, a mi Maestro, mi Salvador, de quien espero mi felicidad, al que castiga a los malos y es el vengador de los justos?”. Ante la insistencia del procónsul, Policarpo señaló: “Por qué pretendes hacerme jurar por la fortuna del César? ¿Acaso ignoras mi religión? Te he dicho públicamente que soy cristiano, y por más que te enfurezcas, yo soy feliz. Si deseas saber qué doctrina es ésta, dame un día de plazo, pues estoy dispuesto a instruirte en ella si tú lo estás para escucharme”. También añadió “A tu autoridad es a quien debemos obedecer, mientras no nos mandes cosas injustas y contra nuestras conciencias. Nuestra religión nos enseña a tributar el honor debido a las autoridades que dimanan de la de Dios y obedecer sus órdenes”.

Ante la amenaza de que sería arrojado a los leones, el anciano, respondió: “Vengan a mí los leones y todos los tormentos que tu furor invente; me alegrarán las heridas, y los suplicios serán mi gloria, y mediré mis méritos por la intensidad del dolor. Cuanto mayor sea éste, tanto mayor será el premio que por él reciba. Estoy dispuesto a todo; por las humillaciones se consigue la Gloria”. Ante su valor, el testigo de Cristo fue amenazado con ser quemado, por lo que respondió: “Me amenazas con un fuego que dura una hora, y luego se apaga y te olvidas del juicio venidero y del fuego eterno, en el que arderán para siempre los impíos. ¿Pero a qué tantas palabras? Ejecuta pronto en mi tu voluntad, y si hallas un nuevo género de suplicio, estrénalo en mi”. Mientras Policarpo decía estas cosas, de tal modo se iluminó su rostro de una luz sobrenatural, que el mismo procónsul temblaba. Luego gritó el pregonero por tres veces: "Policarpo ha confesado que es cristiano".
Dice el documento que comentamos, que San Policarpo, llevado ante sus verdugos, colocado en medio de leños, después de orar, fue “puesto fuego a la hoguera, levantándose las llamas hasta el cielo”.

¿Tú y yo seríamos capaces de dar un testimonio similar al de Policarpo? SÍ, si confiamos en Dios, pues Él es fiel a su Palabra. Sin embargo, hay que reconocer que lo más seguro, es que confiando más en nuestros medios y movidos por el miedo y el qué dirán, frecuentemente, aún en cosas y detalles sencillos, abandonemos a Jesús y sus enseñanzas. Por eso hemos de destacar, aún más, la confianza que Dios ha depositado en cada uno de nosotros, para que en lugar de quedarnos en la derrota o en la tristeza por haberle fallado, nos acojamos a Su Misericordia y levantándonos de nuestro error, fortalecidos por el Espíritu Santo, día a día, demos testimonio de nuestra fe.

II.- VER - JUZGAR  -ACTUAR
VER
Fácilmente se puede constatar la falta del testimonio de infinidad de católicos que, temerosos y avergonzados de su fe, renuncian a ella y a los principios que de ella dimanan. Así nos encontramos con legisladores que por encima de la verdad y de la justicia, aprueban leyes contrarias a su conciencia. También hay comunicadores que “se dicen católicos” y que sin embargo, en sus notas se manifiestan no sólo contrarios a la Iglesia, sino incluso “amarillistas”. También hay empresarios que siendo católicos, son incapaces de ayudar a obras en las que participa la Iglesia, porque hay que respetar “los principios laicistas” de las empresas y por eso en lugar de la Navidad se prefiere hablar de la “magia” o de los “holidays”, de los “osos”, los “renos”, los “ratones” y poner signos y enviar mensajes invernales pero no religiosos. Indudablemente que no faltan responsables en la educación que basándose en supuestos criterios que señalan que la educación debe ser “laica” y “científica”, no tienen empacho en difundir teorías basadas en principios ideológicos, y por lo mismo falsos, que distorsionan y deslucen el sentido pleno de la sexualidad humana. Por otro lado, y desafortunadamente, existe también el mal testimonio de algunos sacerdotes en diversos ámbitos y la confusión que algunos otros generan, cuando valiéndose de su investidura religiosa pretenden presentar como verdaderas sus posturas personales, aún cuando sean contrarias al Magisterio Pontificio y Episcopal, que es el de la Iglesia.
Cuando descendemos a niveles de la vida ordinaria, los anti-testimonios aumentan: relaciones fuera del matrimonio, divorcios, violencia intrafamiliar, abortos, incluso asesinatos, supersticiones y todo tipo de ilícitos cometidos por católicos.

JUZGAR
Ante lo señalado, ¿Ya no existen, católicos capaces de dar testimonio de su fe? Claro que sí y somos mayoría. Sin embargo tenemos que abrir aún más nuestro corazón a la Gracias del Espíritu Santo, para que el valor que Él nos da, se note con mayor claridad en nuestra vida.
Si hablamos de los malos políticos, no podemos dejar de reconocer a los que se esfuerzan por servir a su país, ni tampoco podemos dejar de mencionar a los comunicadores y educadores que fieles a sus principios cristianos, aún a contracorriente, ponen lo mejor de sí, para propagar la verdad. Por lo que se refiere al campo sacerdotal y de la vida religiosa, ante los errores de unos cuantos, podemos hablar de cientos de miles que en el mundo entero, dan testimonio de servicio e incluso de santidad. En cuanto, a la vida diaria, propia de los laicos, hay que destacar la multitud de actos, alguno de ellos, verdaderamente heroicos que día a día son realizados gracias al esfuerzo de cada padre, madre, hijo, hija, hermano(a), católicos, que independientemente de la edad, hacen presente a Cristo en el mundo de la infancia, de la adolescencia, de la juventud, la edad madura y entre los ancianos, tanto en la familia, como en la parroquia, en el trabajo, el voluntariado, la asistencia social, la educación, etc.
Somos más lo que hacemos el bien, pero a la mayoría nos hace falta ser valientes y audaces, no sólo para compartir nuestros valores, sino incluso para defenderlos y propiciar que ellos se manifiesten en todos los ámbitos de la vida diaria.
Oigamos la voz del ahora beato: “¡Pueblos todos, abran las puertas a Cristo! Su Evangelio no resta nada a la libertad humana” (Juan Pablo II. Redemptoris Missio No. 3). Oigamos la voz de nuestro actual sumo Pontífice: “¡No tengan miedo de Cristo! Él no quita nada, y lo da todo. Quien se da a Él, recibe el ciento por uno. ¡Sí, abran, abran de par en par las puertas a Cristo, y encontraran la verdadera vida!” (Benedicto XVI 05-04-24).
Tenemos que abrir las puertas a Cristo en todas nuestras actividades y tenemos que dejar que el testimonio, de los que creemos en Él, se manifieste. Las nuevas generaciones nos lo exigen, pero también nosotros, si somos capaces de escuchar la voz de nuestro corazón reconoceremos la constante pregunta ¿Y yo qué estoy haciendo para que este mundo sea mejor? ¿Y yo qué hago para que el amor de Cristo realmente impregne mi vida personal y familiar? Ciertamente podemos estar seguros que son muchos, incluso no cristianos, que algo están haciendo para mejorar las cosas. ¿Pero seré capaz de darme cuenta del tesoro que tengo al creer en Jesucristo y por lo mismo el compromiso que tengo para testimoniar y compartir mi fe?
ORAR
Señor Jesús, a través de tu Palabra, de la realidad de quienes te hacen presente a la cabeza de la Iglesia y desde mi interior, me hablas al corazón. Jesús, ¡creo en Ti, aumenta mi fe! ¡Creo en Ti, dame fortaleza para ser testigo tuyo! Tú me invitas a colaborar no sólo para que este mundo sea mejor, sino también para que te conozca y conociéndote alcance la felicidad y la santidad. Señor, no quiero seguir haciéndome sordo(a) a tu voz. Quiero, con la fuerza del Espíritu Santo, ser tu testigo y hacerte presente en todos los ámbitos en los que realizo mi vida, quiero ser tuyo(a), quiero ser santo(a).
ACTUAR
El atleta se hace más fuerte cada día y alcanza el triunfo, gracias a su perseverancia y a que se pone nuevos retos. A partir de hoy, seré más analítico(a) del mundo que me rodea, me esforzaré en conocer más la Palabra de Dios y de asimilar la enseñanza del sumo Pontífice y de mi obispo. Procuraré que todo aquel que se acerque a mí, pueda conocer más a Jesús y guiado(a) por el Espíritu Santo, me esforzaré para que cada acción que emprenda sea exitosa, para mayor bien de mis hermanos y mayor Gloria de Dios.

Para hacer llegar algún comentario, puedes escribir a evangelizarorando@yahoo.com.mx

“Que todos te conozcan y te amen es la única recompensa que quiero”. M. María Inés Teresa (Beatificación 21-abril-2012)

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