Padre, perdónales porque no saben lo que hacen.
Si te es posible haz esta oración de contemplación ante Jesús Eucaristía, expuesto o en el sagrario, o ante un crucifijo, o en el lugar que puedas. Persevera cada día y te aseguro que irás experimentando, cada vez más, la presencia de Dios en tu vida.
Por la señal de la santa Cruz… Padre Nuestro… Ave María… Gloria…
Ven Espíritu Santo y lléname con tu amor. Purifícame, renuévame, sáname y santifícame. Ilumina mi entendimiento para buscar y encontrar la Verdad. Orienta mis motivaciones hacia la Gloria del Padre y el bien de mis hermanos para que mis intereses sean los de Jesús. Fortalece mi voluntad para rechazar el mal y perseverar haciendo el bien. Amén.
PETICIÓN INICIAL: Señor Jesús, al meditar y contemplar las Palabras que dijiste en la Cruz, concédeme recibir el regalo de tu amor y el gozo de ser tuyo(a), en Ti confío. Gracias por tu perdón y por darme a la Virgen María como Madre. Te pido que me des la fortaleza y la Gracia de la Perseverancia Final, abandonándome, cada día, en los brazos amorosos de nuestro Padre Dios, y recibiendo al Espíritu Santo en mi ser. Amén.
LECTURA
Perdónales porque no saben lo que hacen (Lc 23, 34). Jesús muere perdonando, reconciliando a la humanidad entera con el Padre. Muere perdonándome a mí, perdonando a todos los que lo ofenden, lo traicionan y a quienes clavándolo en la Cruz, lo asesinan.
Jesucristo manifiesta su libertad interior y su perfecta unión con su Padre Dios. Siendo coherente Consigo mismo y con toda su enseñanza, Él nos manifiesta el amor del Padre y por eso libremente se entrega a Él por amor, para salvación de la humanidad entera.
A Jesús, nadie le quita la vida, Él la da libremente, pleno de amor y de perdón (cf. Jn 10,18a).
MEDITACIÓN
He de aceptar el perdón que Jesús me ofrece desde la Cruz y esforzarme, día a día, en ser mejor, no sólo evitando el pecado, sino también compartiendo la gracia del perdón. En un proceso diario de conversión, he de procurar con mi ejemplo, invitar a que todos vivamos en el gozo del amor de Jesucristo, que nos perdona y nos da Vida Nueva y la Vida Eterna. Debo aceptar el perdón que el Señor me da y también debo perdonar. Debo de vivir con un corazón limpio; libre de miedos, odios, rencores o resentimientos.
En Jesucristo puedo ver a todos como hermanos y a nadie como enemigo; sin embargo, esto no significa que todos serán recíprocos conmigo. Todos somos hijos de un Padre común y siempre procuraré estar abierto a mi hermano(a) aunque pudiera darse el caso que alguno me rechazara o pretendiera hacerme algún mal. En Cristo, siempre podré estar agradecido(a) con los que me ofendan y amarlos en Jesús, porque cada acto en contra mía me da la oportunidad de amar, perdonando, y así adquirir “monedas” con las que pueda “comprar almas para Dios”. En primer lugar mi propia alma; en segundo lugar la de mis familiares, amigos y bienhechores, en tercer lugar la de quienes pudieran pretender hacerme algún daño y en cuarto lugar, la de todos los que Dios disponga se salven por la ofrenda del dolor que asimile y del perdón que otorgue, por amor a Él.
Jesús, en la Cruz, también me da la oportunidad de reconciliarme conmigo mismo. Quizá no me agrada mi físico. Quizá no estoy contento con lo que tengo o lo que he realizado. Quizá me atormenta el recuerdo de cosas que hice o que me hicieron y que me hacen sentir culpable. Quizá no me agrada mi carácter. Quizá…, hay tantas cosas que tengo que perdonarme a mí mismo, que, recibiendo el perdón que Jesús me da, no sólo me hago el propósito de aceptarme tal y como soy, sino también el de esforzarme en ser cada día, tal como Dios quieres que sea y al mismo tiempo: aceptar y amar a mis hermanos tal y como son.
ORACIÓN
Redimido por Ti, Señor Jesús, y reconciliado conmigo mismo, con la humanidad y el mundo entero, por el perdón que me das desde la Cruz; reconozco que sin Ti nada puedo. Concédeme por tu perdón vaciarme de mí para llenarme de Ti. Concédeme un corazón limpio, libre de pecados, de miedos, odios, resentimientos, rencores, frustraciones o traumas, para amar como Tú amas y servir a todos sin el lastre del pecado y sus consecuencias, para llevar a todos la alegría de tu perdón. Señor dame tu perdón y ayúdame a nunca ofender a nadie, a perdonar siempre y a servir a todos en tu amor.
CONTEMPLACIÓN: Este es el momento más importante. Guarda unos momentos de silencio, cierra tus ojos, respira profundamente, repite varias veces y de manera pausada, di el nombre de Jesús o la jaculatoria de este día. Deja que el amor de Dios inunde tu ser. Reflexiona sobre lo que has meditado, dejándote guiar por el Espíritu Santo, como la Virgen María que todo lo guardaba en su corazón (Lc 2,19). Hazte un propósito y esfuérzate por cumplirlo hoy. Concluye este momento de contemplación de la siguiente manera o de la forma que acostumbres hacerlo.
ACCIÓN
Haz un compromiso para este día y en la noche evalúa cómo y de qué forma lo cumpliste.
Por amor a Jesucristo hoy… ____________________
COMENTARIOS PERSONALES
Concluye tu meditación diaria haciendo la señal de Cruz sobre ti: En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
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