lunes, 7 de noviembre de 2011

Meditación del 7 de noviembre del 2011

11-11-07. Lunes 32ª

PERDONAR CON FE PARA SER FELIZ

Mons. Pedro Agustín Rivera Díaz

Evangelio: Lucas 17, 1-6: En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos: «No es posible evitar que existan ocasiones de pecado, pero ¡ay de aquél que las provoca! Más le valdría ser arrojado al mar con una piedra de molino sujeta al cuello, que ser ocasión de pecado para la gente sencilla. Tengan, pues, cuidado. Si tu hermano te ofende, trata de corregirlo; y si se arrepiente, perdónalo. Y si te ofende siete veces al día, y siete veces viene a ti para decirte que se arrepiente, perdónalo». Los apóstoles dijeron entonces al Señor: «Auméntanos la fe». El Señor les contestó: «Si tuvieran fe, aunque fuera tan pequeña como una semilla de mostaza, podrían decirle a ese árbol frondoso: Arráncate de raíz y plántate en el mar, y el árbol los obedecería».

I.- ENSEÑANZA BREVE: La fe no sólo es creer en Dios, sino creerle a Él. Jesucristo es verdadero Dios y verdadero hombre. Él es la Verdad, la Palabra, el Amor de Dios, hecho hombre. Dios no se contentó solo con crearnos, sino incluso vino a enseñarnos cuánto nos ama y cómo debemos amarnos a nosotros mismos y a los demás. La fe brota no del encuentro con una serie de dogmas o mandamientos, sino del encuentro personal con Jesús. Por lo mismo no basta decir soy católico es necesario vivir como Jesús. Hoy, Él nos dice: PERDONA. Para sus apóstoles eso parecía imposible, hoy la psicología enseña que para ser feliz hay que perdonar. No es Jesús el que está mal o nos pide “cosas imposibles, como perdonar”. Soy yo quien le pone barreras al amor de Dios. No basta con decir “Señor, Señor”, es necesario creerle a Jesús. Por eso para perdonar cristianamente y vivir la experiencia de ser libres en el amor de Dios hay que aprender a perdonar con fe para ser feliz. Hoy como los apóstoles digámosle a Jesús, “auméntanos la fe” y repitamos una y otra vez “Jesús, en Ti confío” y digamos también: “en tu nombre Jesús, yo perdono a quien me ha ofendido”.

II.- VER - JUZGAR  -ACTUAR
VER
Muchas personas viven tristes y con una violencia interior. Por el odio que llevan en su interior algunas personas viven desadaptadas a su entorno familiar, laboral, estudiantil y social. El resentimiento que llevan en su interior se nota en su rostro, en sus palabras, en sus acciones. Algunos son tímidos, algunos inseguros, otros callados, algunos envidiosos, otros celosos, algunos explosivos, otros violentos verbalmente o físicamente. Algunos manifiestan su falta de perdón y de amor en manías como el ser mentirosos o robar.

JUZGAR
Hay quienes piensan que así son y nunca van a cambiar, porque “la vida los hizo así”. No es verdad, Dios que es amor nos ha creado por amor y para que seamos felices, por lo que, Jesús nos da su perdón y nos enseña a perdonar, para que seamos libres para amar y ser felices. Jesús señala que aunque el odio estuviera tan fijo e inamovible como una montaña o estuviera enraizado profundamente como un árbol, si tengo fe y perdono con fe, el odio y el resentimiento, como la montaña y el árbol desaparecerán.
La psicología habla de la importancia de perdonar. El perdón del que Jesús habla, es el que procede de Él. El perdón que el católico da no ha de ser motivado sólo por una conveniencia psicológica sino que ha de estar lleno del amor de Dios, que nos quiere libres de toda opresión. Cuando un católico perdona, no lo ha de hacer sólo con sus propias capacidades psicológicas, sino con el poder y la fuerza del amor de Dios. Por eso los apóstoles le dirán a Jesús: “auméntanos la fe”.
Sólo Dios puede perdonar los pecados, por lo mismo cuando perdono en el nombre de Jesús, además de mi intención humana está la Gracia del poder de Dios, que sana la herida abierta que una mala acción dejó en mi corazón.
Yo debo aprender a perdonarme a mí mismo(a), para amarme.
Debo perdonar a los que me han ofendido para vivir reconciliado(a) con todos.
Debo vivir reconciliado(a) con los ambientes donde realizo mi vida. Debo aprender a perdonar las situaciones y circunstancias que me afectan, desde el perro que ladra, la planta que estorba el paisaje, el ruido de los coches, la inseguridad de las calles, la situación de violencia del país, la incertidumbre económica del mundo, los desastres naturales, etc. Estas cosas y todas las que puedo recordar y que me quitan la paz, requieren que las perdone en el nombre de Jesús para vencer los sentimientos de odio, resentimiento, temor, indefensión o cualquier otro sentimiento negativo que yo pudiera tener. Perdonar en el nombre de Jesús me reconcilia conmigo mismo, con los demás, con mi entorno y sobre todo con Dios, pues me permite experimentar su amor.
ORAR
Muchas personas no son felices porque viven presas de sus odios, rencores y envidias. Piensan que su lucha está en el exterior y en contra de aquellos que les han hecho daño. Se equivocan, la lucha está en su interior, porque no tienen amor en su corazón, sino sentimientos negativos. Algunas personas encuentran ayuda o paliativos en terapias psicológicas o en la participación de algunos talleres de perdón o de desarrollo humano o en libros que hablan sobre el tema. Esto es bueno, pero no es lo único ni lo mejor. Si por ejemplo, se me descompone un reloj, puede ser que me lo arregle el “chalán” del taller mecánico, pero lo mejor es que me lo arregle el relojero que lo hizo. Así, si quiero sanar las heridas de odio o resentimiento que llevo en mi corazón, lo mejor es que me ponga en la presencia de Dios y le diga: Señor Jesús, Tú que te has hecho hombre para mostrarnos tu amor y perdonarnos, enséñame a amar y a perdonar para ser libre y ser feliz en tu amor y perdón. Tú lo puedes todo, yo sin Ti, no puedo nada. Ven con la ternura de amor y enséñame a perdonarme a mí mismo(a) y a los demás.
ACTUAR
Porque no quiero sólo creer en Jesús, sino creerle a Él, y hacerlo Señor de mis sentimientos, hoy pensaré en aquella(s) persona(s) que me han hecho algún daño y a las que les guardo rencor. Dejaré que el sentimiento de odio, rechazo o de tristeza que experimento cuando pienso en ella(s) aflore en mi corazón y visualizándola(s) en mi imaginación, le(s) llamaré por su nombre y le(s) diré: “ _____ en el nombre de Jesús, yo te perdono”. Por ejemplo si siento que tengo algún rechazo con mi papá, lo visualizaré y le diré Papá en el nombre de Jesús, yo te perdono”.
Algo similar tendré que hacer, si reconozco que no me amo a mí mismo(a) o que vivo en lucha con algunas etapas o acciones erróneas de mi vida. Entonces, visualizando aquello que no acepto de mí mismo(a) diré mi nombre y diré Yo, ________, me perdono y me amo en el nombre de Jesús” y con mis propios brazos, me daré un abrazo.
Seguramente que después de que hagas esta oración de perdón, sentirás paz en tu corazón y notarás cambios muy positivos en ti, que se mostrarán en tu rostro y con nuevas actitudes, mostrarás que le has creído a Jesús y lo has hecho Señor de tus sentimientos.
Si puedes, y quieres, comenta los efectos de esta oración con un(a) amigo(a). Si lo haces con un sacerdote, incluso puede ser materia de confesión.
Por cierto, si cuando haces esta oración de perdón sientes que brotan lágrimas, déjalas fluir.

Para hacer llegar algún comentario, puedes escribirme a evangelizarorando@yahoo.com.mx

“Que todos te conozcan y te amen es la única recompensa que quiero”. M. María Inés Teresa (Beatificación 21-abril-2012)

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