lunes, 7 de noviembre de 2011

Meditación del 5 de Noviembre del 2011

11-11-05. Sábado 31ª

LA IDOLATRÍA DEL DINERO

Mons. Pedro Agustín Rivera Díaz

Evangelio: Lucas 16, 9-15: En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «Con el dinero, tan lleno de injusticias, gánense amigos que, cuando ustedes mueran, los reciban en el Cielo. El que es fiel en las cosas pequeñas, también es fiel en las grandes; y el que es infiel en las cosas pequeñas, también es infiel en las grandes. Si ustedes no son fieles administradores del dinero, tan lleno de injusticias, ¿quién les confiará los bienes verdaderos? Y si no han sido fieles en lo que no es de ustedes, ¿quién les confiará lo que sí es de ustedes? No hay criado que pueda servir a dos amos, pues odiará a uno y amará al otro, o se apegará al primero y despreciará al segundo. En resumen, no pueden ustedes servir a Dios y al dinero». Al oír todas estas cosas, los fariseos, que son amantes del dinero, se burlaron de Jesús. Pero Él les dijo: «Ustedes pretenden pasar por justos delante de los hombres, pero Dios conoce sus corazones, y lo que es muy estimable para los hombres, es detestable para Dios».

I.- ENSEÑANZA BREVE: Un hombre de ciudad fue con todos sus arreos de pesca a un río y vio a un hombre más joven, indígena, que pescaba con una sencilla caña. Dado que el paisaje era muy bello, le preguntó de quienes eran esas tierras. El indígena contesto que de su pueblo. El hombre le dijo que le ofrecía dinero por sus tierras y el indígena le preguntó que para que querría él, el dinero. El citadino le dijo que “podría tener un coche, una oficina, muchos empleados”. El hombre de campo preguntó: “¡Yo para que quiero todo eso?”. El empresario respondió: “pues, para hacer negocios, trabajar en la semana, incrementar tus recursos económicos”. Y el lugareño volvió a preguntar. “Yo para qué quiero hacer negocios”. El empresario, un tanto desesperado, le contestó: “pues para que cuando estés cansado, como yo, tengas todo lo necesario para poder irte un día de pesca”. El indígena respondió: “Pues eso estoy haciendo, y lo hago todos los días, aunque no tengo dinero”.
En ocasiones pensamos que la felicidad está en el tener cosas, cuando lo más importante es tenernos a nosotros mismos.

II.- VER - JUZGAR  -ACTUAR
VER
Hay quienes movidos por la avaricia y sus intereses personales o grupales, fácilmente dejan de ver a Dios y ponen su atención en el dinero, de tal manera que para ellos, el ser humano es visto como un objeto de economía y se le valora en función del dinero que pueda producir o de los gastos que pueda ocasionar.
La economía mundial se basa en esos parámetros y por eso no es raro que los países y las empresas económicamente más poderosos pretendan regir los destinos de la humanidad no en razón de la voluntad de Dios sino en base a sus intereses particulares.
Esta situación también llega a afectar la economía familiar y la percepción que cada persona pueda tener sobre sí mismo o los demás. Hay quienes se valoran y valoran a los demás por lo que tienen, por lo que al no alcanzar los estándares económicos que han asumido, sin querer reconocer que se le han impuesto o han idealizados como óptimos, por lo que caen en la simulación de aparentar lo que no son, aunque ello les lleve a endeudarse y a vivir esclavizados teniendo que pagar los intereses de las tarjetas de crédito.
Sin que se presente a manera de un culto religioso o una divinidad, la economía y el factor dinero, son la gran idolatría actual que esclaviza a grandes sectores de la población, incluso católica. Las redes de esta idolatría son ampliamente extendidas por los medios de comunicación social y se manifiestan en el insaciable consumismo y el hedonismo, que afecta no solamente a los adultos, sino que tiene un especial atractivo entre la juventud, que incluso económicamente no es productiva pero que toca sensiblemente el corazón de los padres que no han sabido educar a sus hijos en la moderación y el recto uso de las cosas.

JUZGAR
Ciertamente vivimos en un mundo altamente tecnologizado, lo cual no implica que cada día tengamos que tener el último producto en televisiones, cámaras, computadoras, ipods, ipads, celulares, etc. ni que tengamos que tener varios de estos instrumentos a la vez, para cuando alguno no me funciona o simplemente para “presumir” de que yo sí estoy a la moda. Por ejemplo, ¿realmente necesito 2 ó 3 celulares y tenga que pagar 2 ó 3 rentas por su uso?, ¿Mientras más celulares tengo, realmente estoy más comunicado o lo hago por estar esclavizado al qué dirán? ¿Valdrá la pena parecer más importante, aunque realmente sea más pobre al tener que pagar tres rentas?, ¿Cuántos miembros en una familia tienen celular y cuantos celulares tiene cada uno?, ¿Cuánto se paga al mes por ellos? Este es un ejemplo, pero lo mismo podríamos decir de los coches, los televisores en un hogar, además de los zapatos, la ropa de moda, los conciertos, etc.
Vivir de esta manera, incrementa la angustia generada, ya de por sí, por tener que pensar en cómo cubrir los gastos básicos e indispensables de alimentación, educación, vivienda y salud, lo que indudablemente, afecta las relaciones a nivel familiar con el cónyuge, los hijos, los padres, los hermanos y amigos más cercanos.
Ocupada la mente y corazón en la idolatría del dinero, ciertamente no hay tiempo para pensar en personas que estén más necesitadas o en las que viven en extrema pobreza.
La enseñanza de Jesús es muy clara y totalmente libertaria, con respecto al dinero. Quienes viven apegados a él, se burlan y rechazan a Jesús, sin reconocer que si en vez de vivir esclavizados a la idolatría del dinero, ponemos nuestra atención en Dios, nos valoraremos a nosotros mismos en función a su amor y amaremos a nuestros hermanos y les serviremos con alegría, utilizando los bienes materiales, incluido el dinero, de manera razonable sin esclavizarnos a nada, disfrutando de la vida e incluso teniendo la posibilidad de ayudar a los demás.
Madre Teresa de Calcuta no tenía dinero, los puños de sus manos no estaban cerrados, atesorando ninguna moneda. Al contrario, sus manos abiertas estaban al servicio de los más pobres entre los pobres. Seguramente que careció de muchas cosas, la mayoría de las cuales no necesitó, por lo que en vez de encadenarse a las cosas, fue libre para amar a Dios y en Él, amar a los demás. No tenía dinero qué dar, se daba ella misma y en esto era feliz y hacía felices a los demás.
ORAR
Ciertamente Señor Jesús, Tú no nos das una clase de economía, nos vienes a enseñar a amar y a ser libres, para amar y liberar a los que viven presos de falsas idolatrías. Enséñame a entrar en mi corazón y a descubrirte en mi interior, para vaciarme de mí y llenarme de Ti, de tal manera que Tú seas mi único tesoro y de Ti aprenda a administrar los bienes que tengo y a compartirlos con los demás.
ACTUAR
Las crisis económicas a nivel mundial son cada vez más recurrentes y afectan el entorno social y el bolsillo familiar y personal. No sólo por razones preventivas, sino sobre todo por amor a Dios, debo reconocer las cadenas que me hacen esclavo(a) del dinero para liberarme de ellas y debo aprender a dar el testimonio cristiano del manejo sobrio de los bienes materiales, para que en lugar de vivir en la angustia de sobrevivir a la “quincena” y en pleito con todos, tenga “tiempo de calidad amorosa y lleno de Dios” para compartir con mi familia y los demás.


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“Que todos te conozcan y te amen es la única recompensa que quiero”. M. María Inés Teresa (Beatificación 21-abril-2012)

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