martes, 26 de noviembre de 2013

SEÑOR, TÚ ESTÁS JUNTO A MÍ, YO QUIERO ESTAR JUNTO A TI.

SEÑOR, TÚ ESTÁS JUNTO A MÍ, YO QUIERO ESTAR JUNTO A TI.

Mons. Pedro Agustín Rivera Díaz

Evangelio del domingo 17 de Noviembre del 2013. XXXIII Domingo Ordinario
Evangelio: Lucas 21, 5-19. En aquel tiempo, algunos ponderaban la belleza del templo, por la calidad de la piedra y los exvotos. Jesús les dijo: "Esto que contemplan, llegará un día en que no quedará piedra sobre piedra: todo será destruido."Ellos le preguntaron: "Maestro, ¿cuándo va a ser eso?, ¿y cuál será la señal de que todo eso está para suceder?"Él contesto: "Cuidado con que nadie les engañe. Porque muchos vendrán usurpando mi nombre, diciendo: "Yo soy", o bien: "El momento está cerca; no vayan tras ellos. Cuando oigan noticias de guerras y de revoluciones, no tengan pánico. Porque eso tiene que ocurrir primero, pero el final no vendrá en seguida."Luego les dijo: "Se alzará pueblo contra pueblo y reino contra reino, habrá grandes terremotos, y en diversos países epidemias y hambre. Habrá también espantos y grandes signos en el cielo. Pero antes de todo eso les echarán mano, les perseguirán, entregándoles a las sinagogas y a la cárcel, y les harán comparecer ante reyes y gobernadores, por causa mía. Así tendrán ocasión de dar testimonio. Hagan propósito de no preparar su defensa, porque Yo les daré palabras y sabiduría a las que no podrá hacer frente ni contradecir ningún adversario suyo. Y hasta sus padres, y parientes, y hermanos, y amigos les traicionarán, y matarán a algunos de ustedes, y todos les odiarán por causa mía. Pero ni un cabello de su cabeza perecerá; con su perseverancia salvaran sus almas."

LECTURA: Lee, pausadamente, una o dos veces el texto del Evangelio, haz un poco de silencio interior, cierra los ojos y visualiza a los personajes y piensa que te dice a ti, personalmente, la Palabra de Dios.

MEDITACIÓN. En este pasaje el personaje central es Jesús y su auditorio, probablemente no son solo sus apóstoles y discípulos, sino también aquellos que no lo conocían a Él. Todos estaban admirados, con justificada razón, de la grandiosidad del Templo de Jerusalén y de lo que el ser humano es capaz de hacer cuando pone a trabajar su ingenio y desarrolla su capacidad para construir algo que no existía, transformando la naturaleza. Jesús ubica a todos, les recuerda también la existencia de desastres y a los creyentes, les fortalece para cuando a aparezcan calamidades en su vida.

Hoy también, ante los avances de la ciencia y la tecnología, ante las grandes construcciones y capacidades humanas; ante la posibilidad de acortar las distancias físicas a través de vehículos y vías de comunicación o de medios para transmitir mensajes y noticias, que hacen que casi instantáneamente lo que sucede en un lugar, lo sepan quienes viven en el otro extremo del mundo, o que se puedan realizar viajes más allá de nuestro planeta, y otras proezas más, algunos se quedan admirados por los alcances humanos y en ellos ponen su seguridad, olvidándose de la temporalidad de las cosas y de los límites de la propia vida.
El Templo de Jerusalén, que tanto admiraron los contemporáneos del Señor Jesús, cuarenta años después, alrededor del año 70, fue destruido. Lo que el hombre de hoy contempla como extraordinario, también en poco tiempo será superado y olvidado; recordado quizá por algún vestigio que hubiera quedado. Nótese que no dije destruido, aunque también podría suceder. Un ejemplo, la comunicación a distancia que primero se valió de señales de humo, luego de las postas de correo, superadas por el telégrafo y la radio, el teléfono de disco, el digital y ahora por el celular. Ejemplos de desaparición o destrucción las grandes culturas egipcias, griegas y precolombinas, entre otras.
Pero más allá de lo que podríamos pensar sobre los avances de la humanidad, las palabras del Señor Jesús, nos invitan a la reflexión personal, en nuestro aquí y ahora. Él nos invita a reflexionar sobre nuestra vida y lo efímero de la alegría y la gloria humana, así como lo pasajero de las cosas que pueden entristecer nuestro corazón. ¿Vivo asombrado por todo lo que me rodea? ¿Vivo con miedo por lo que veo en mi entorno? ¿Mi seguridad está puesta en lo que he logrado o lo que tengo? ¿Me siento inseguro porque considero que es poco lo que he hecho en esta vida? ¿Me espanto ante el menor problema? o ¿me espanto cuando alguien me dice que se va acabar el mundo? ¿En qué o en quién tengo puesta mi confianza?

ORACIÓN: Guardo silencio, reflexiono sobre lo que medité y hago mi oración propia, lo que sigue sólo es una guía: Señor Jesús, al entrar en mi corazón me encuentro con sentimientos ambivalentes que levantan mi ánimo y poco después me llevan a la tristeza o a la desesperación. Pero hoy te pido la gracia de estar consciente de tu presencia a mi lado, de tal manera que ni las tristezas ni las alegrías me aparten de Ti. Quiero pedirte la gracia de estar siempre junto a Ti y que Tú seas el punto de referencia para revisar y realizar mi vida. Que nunca me detenga por el mal o por el miedo que éste engendra, sino que la seguridad de que estás conmigo me mantenga con paso firme para hacer el bien. Señor sé que estás junto a mí, quiero sentir tu presencia para tener paz y que nada ni nadie me separe de Ti. Señor, Tú estás junto a mí, yo quiero estar junto a Ti.

CONTEMPLACIÓN: En la vida tengo momentos alegres y momentos tristes. En los alegres quizá no me acuerdo de Dios y me alejo de Él. No soy malo, sólo soy distraído. En los momentos difíciles quizá también me separo de Él, pensando que estoy solo, que Dios no me ama o que me castiga. Entonces, bajo las tinieblas de la desesperación, busco mis propias soluciones, actúo violentamente contra todos, incluso contra Dios, busco la forma de resolver los “problemas “a mi manera, haciéndolos más grandes o cayendo en manos de charlatanes que me ofrecen paz, dinero, amor, fama, a cambio de hacer cosas que me alejan de Dios.
Señor Tú, me ofreces tu compañía y la fuerza de tu Espíritu Santo; dame de la paz que sólo Tú puedes dar y que proviene de tu presencia. Enséñame a no desesperarme y a buscar la solución de lo que atemoriza, a la luz de tu amor. Señor ayúdame para que ni siquiera las alegrías me separen de Ti. Señor, Tú estás junto a mí, yo quiero estar junto a Ti.

ACCIÓN: En todo momento procuraré están en la presencia de Dios, en los momentos alegres y en los tristes o difíciles. Todo pasa, sólo permanece para siempre, Jesús junto a mí. 
Si quieres, aprende este canto:


Cristo está conmigo, junto a mí va el Señor; me acompaña siempre, en mi vida hasta el fin.
Ya no temo, Señor, la tristeza, ya no temo, Señor, la soledad; porque eres, Señor, mi alegría, tengo siempre te amistad. 
Ya no temo, Señor, a la noche, ya no temo, Señor, la oscuridad; porque brilla tu luz en las sombras, ya no hay noche, Tú eres luz.
Ya no temo, Señor, los fracasos, ya no temo, Señor, la ingratitud; porque el triunfo, Señor, en la vida, Tú lo tienes, Tú lo das.
Ya no temo, Señor, a la muerte, ya no temo, Señor, la eternidad; porque Tú estás allá esperando que yo llegue hasta Ti.
Ya no temo, Señor, los abismos, ya no temo, Señor, la inmensidad, porque eres, Señor, el camino y la Vida, la Verdad.

Si deseas hacer algún comentario puedes escribirme a
evangelizarorando@yahoo.com.mx

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