martes, 26 de noviembre de 2013

YO SOY DE CRISTO REY

YO SOY DE CRISTO REY

Mons. Pedro Agustín Rivera Díaz

Evangelio del domingo 24 de Noviembre del 2013. FIESTA DE CRISTO REY
Evangelio: Lucas 23, 35-43. En aquel tiempo, las autoridades hacían muecas a Jesús, diciendo: "A otros ha salvado; que se salve a sí mismo, si Él es el Mesías de Dios, el Elegido." Se burlaban de Él también los soldados, ofreciéndole vinagre y diciendo: "Si eres Tú el Rey de los Judíos, sálvate a Ti mismo." Había encima un letrero en escritura griega, latina y hebrea: "Éste es el Rey de los Judíos." Uno de los malhechores crucificados lo insultaba, diciendo: "¿No eres Tú el Mesías? Sálvate a Ti mismo y a nosotros." Pero el otro lo increpaba: "¿Ni siquiera temes tú a Dios, estando en el mismo suplicio? Y lo nuestro es justo, porque recibirnos el pago de lo que hicimos; en cambio, éste no ha faltado en nada." Y decía: "Jesús, acuérdate de mí cuando llegues a tu Reino." Jesús le respondió: "Te lo aseguro: hoy estarás Conmigo en el paraíso."

LECTURA: Lee, pausadamente, una o dos veces el texto del Evangelio, haz un poco de silencio interior, cierra los ojos y visualiza a los personajes y piensa que te dice a ti, personalmente, la Palabra de Dios.

MEDITACIÓN. Jesús, la muchedumbre y los dos ladrones, crucificados al lado del Señor, son los personajes principales. Dos veces le dicen a Jesús, “sálvate a Ti mismo”. Al “ladrón arrepentido, en ese instante le dará la salvación.

ORACIÓN: Guardo silencio, reflexiono sobre lo que medité y hago mi oración propia, lo que sigue sólo es una guía: Señor Jesús, la salvación que Tú me das, no es sólo para cuando yo muera, cuando me introduzcas de pleno en la vida Eterna, sino que también es salvación para mi hoy, para este día. Cada día, Tú me das la Vida Nueva. Para recibirla, el requisito es no quedarme quejando de todo, culpar a otros o culparme a mí de lo que pasa, sino mirarte a Ti y decirte, “acuérdate de mí”, perdona mis pecados; fortaléceme, ilumina mi inteligencia, dame tu paz. Eso basta para que tu amor redentor me cubra con tu mirada y pueda escuchar que me dices “hoy y siempre estás conmigo”. ¡Qué alegría, Señor, reconocer tu presencia; qué felicidad y paz me da reconocer que estás junto a mí!

CONTEMPLACIÓN: Jesucristo, verdadero Dios y verdadero hombre se nos da todo Él, para que tengamos vida en Él. Él es el centro de todo cuanto existe y ciertamente las cosas, las plantas y los animales no tienen conciencia de ello, solo el hombre, creado a imagen de Dios es consciente de su existir. Jesucristo es el centro de la humanidad entera y de cada hombre. Muchos ignoran esta verdad. Jesús es el centro de la Iglesia y de cada bautizado y hay quienes viven como si Él no los hubiera redimido. Jesús es el centro de todos aquellos que lo reconocen como Rey y Señor y se dejan amar por Él y lo aman y lo dan a conocer y amar. ¿En qué categoría me sitúo yo?

El llamado “buen ladrón” reconoció la dignidad de Jesucristo y su propia miseria y la de todos los que estaban alrededor de Jesús. Ellos tenían el poder, la fama, el placer, el dinero, el pecado, la injusticia y el odio. Jesús tenía el amor, el perdón, la libertad, la paz. Y este Señor de Señores, este rey de Reyes, el justo e inocente por antonomasia; estaba al lado del “buen ladrón”, a la altura de su rostro. Lo podía ver, lo podía escuchar y se dejó amar por Él. Por eso, ante la mirada pura y amorosa de Jesús, el “buen ladrón” reconoció que no podía quedarse como estaba, lleno de cuestionamientos y de rencores, lleno de superficialidades y banalidades, por eso, porque no se sintió juzgado ni rechazado, sino amado, al dirigirse a nuestro Señor, le dirá “acuérdate de mí”, y en una visión que trasciende su paso por esta vida, añadirá “cuando estés en tu Reino”.

La respuesta que recibe el “buen ladrón”, nunca la imaginó, incluso podría haber pensado que dado su condición pecadora no sería escuchado; pero estaba equivocado. Dios oye la oración de todos, especialmente la del que sufre o tiene un corazón arrepentido. Por eso la respuesta de Jesús, en ese instante cambiará la vida del “buen ladrón”, quien en ese momento recibe la Vida Nueva, que le da paz, en espera de su muerte, pues sabe que también recibirá la Vida Eterna.

¿Cuáles fueron las palabras que el Señor Jesús le dijo a este hombre que había sido condenado por sus delitos: “Hoy estarás conmigo en el Paraíso”. La salvación que Jesús da al mundo, no es sólo para cuando muramos, sino para nuestro “aquí y ahora”. La presencia redentora de Jesús nos da la Vida Nueva, que nos da paz y felicidad, frutos de la seguridad de saber que Él nos ama y nos perdona, y que está siempre a nuestro lado, tanto en los momentos alegres, como en los difíciles.

En la medida en que haga conciencia de la presencia de Jesucristo, en mi vida personal, familiar, social y el mundo entero, podre participar de la alegría de estar ya, cada día y a cada instante, en el “paraíso con Jesús”. 

Gozoso de la presencia de Jesús en mi vida y reconociendo su amor redentor, en todo instante procuraré contemplar su rostro y estar atento a sus palabras. Una y mil veces le diré: Jesús “acuérdate de mí”, seguro que una y mil veces escucharé su respuesta llena de amor “hoy estarás conmigo en el paraíso” y ¿qué es el paraíso? sino ¡la gozosa certeza de estar en el corazón amoroso de Jesús! Jesucristo, con su encarnación, muerte y resurrección se nos da para que seamos de Él, la aceptarlo en mi corazón Él es mío y yo soy de Él, por eso, lleno de júbilo, hoy y siempre proclamaré que ¡YO SOY DE CRISTO REY!

ACCIÓN: Para estar constantemente en la presencia de Jesús, tengo que acostumbrarme a buscarlo donde Él está: en la Sagrada Escritura, en la Eucaristía, en la Confesión, en la oración, en el amor al hermano, en el esfuerzo diario de la vida. Para sensibilizarme de esta realidad, reforzaré mis encuentros con Él en la Misa Dominical, en las diversas acciones de servicio y la oración del Rosario, la Coronilla y en las consagraciones a la Virgen María, al Sagrado Corazón de Jesús o a Cristo Rey, etc.

Si quieres puedes consagrarte a Cristo Rey con la siguiente oración o alguna otra:
Cristo Jesús, te reconozco como Rey del Universo, pues por Ti, en Ti y para Ti ha sido creado todo cuanto existe. Consciente de esta realidad y de que me has redimido, libremente te entrego cuanto tengo y cuanto soy, y te declaro mi Rey y Señor; por lo que renovando mis promesas bautismales, también renuncio a Satanás, a todas sus seducciones y a todas sus obras. Prometo esforzarme en vivir como buen cristiano, a estar atento a las necesidades de mis hermanos, especialmente de los más desvalidos y como discípulo y misionero, a trabajar, en comunión con la Iglesia Católica, por la instauración de tu Reino de amor, en el corazón de los hombres, de las familias, de México y del mundo entero, para que vivamos en la justicia y la paz y podamos alcanzar la Vida Nueva y la Eterna que Tú nos das. ¡Viva Cristo, mi Rey! ¡Viva Cristo, nuestro Rey! ¡Viva Cristo Rey! ¡Viva Cristo Rey! ¡Viva Cristo Rey!


Si deseas hacer algún comentario puedes escribirme a
evangelizarorando@yahoo.com.mx


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