12-oct-14. Lectio Dominical (Mt 22. 1-14) TODOS LLAMADOS AL ENCUENTRO
FESTIVO CON DIOS. De Dios hemos salido y a Dios vamos a volver. Esta verdad
siempre la deberíamos tener en nuestra mente y corazón, no sólo porque nos
recuerda la responsabilidad que tenemos ante Dios de nuestros actos; sino, y
sobre todo, porque Dios nos acompaña en nuestro diario caminar con su presencia
amorosa. En la medida en que estamos conscientes de ello, nuestra vida tiene un
particular sentido en el amor al prójimo y máxime a Dios.
Es Dios Quien nos ha invitado al banquete de la vida terrena, pues Él nos creó y es Él mismo el que nos invita al banquete de la Vida Eterna.
En cada Misa, especialmente en la dominical, somos invitados a
participar de la fiesta de su presencia. Dios mismo nos prepara el banquete y
nos alimenta con el manjar de su Palabra y con el Cuerpo y la Sangre del
Cordero sin mancha que se ofrece por nosotros para el perdón de los pecados. No
necesito esperarme a morir para disfrutar del banquete de la presencia amorosa
de Dios, todos los días y en especial al participar de la Misa, lo puedo hacer
e incrementar así, la Gracia de Dios en mi corazón y dejar que sea Él y la
bondad y la alegría que proceden de Él, las que se expresen en mis
pensamientos, palabras y obras.
Anhelar participar en la “fiesta del Cielo” es anhelar la santidad.
Participar de la fiesta que es la Misa Dominical es alimentar mis deseos de
santidad y fortalecer mis acciones para alcanzarla, trabajando para la Gloria
de Dios, evangelizando y haciendo el mayor bien posible a los demás.
Vamos a Misa y alimentados con el Pan que da la vida, salgamos a los
cruces de nuestras ciudades a llevar la alegría de habernos encontrado con el
Señor, en el “Banquete de su Palabra” y en la “Fracción del Pan”. ¡Salgamos a
los cruceros de nuestras poblaciones!, ¿Invitemos a muchos a participar de la
Fiesta del Señor!
Mt 22,1-14. “En aquel tiempo, de nuevo tomó Jesús la palabra y habló en
parábolas a los sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo: "El reino de
los cielos se parece a un rey que celebraba la boda de su hijo. Mandó criados
para que avisaran a los convidados a la boda, pero no quisieron ir. Volvió a
mandar criados, encargándoles que les dijeran: "Tengo preparado el
banquete, he matado terneros y reses cebadas, y todo está a punto. Venid a la
boda." Los convidados no hicieron caso; uno se marchó a sus tierras, otro
a sus negocios; los demás les echaron mano a los criados y los maltrataron
hasta matarlos. El rey montó en cólera, envió sus tropas, que acabaron con
aquellos asesinos y prendieron fuego a la ciudad. Luego dijo a sus criados:
"La boda está preparada, pero los convidados no se la merecían. Id ahora a
los cruces de los caminos, y a todos los que encontréis, convidadlos a la
boda." Los criados salieron a los caminos y reunieron a todos los que
encontraron, malos y buenos. La sala del banquete se llenó de comensales.
[Cuando el rey entró a saludar a los comensales, reparó en uno que no llevaba
traje de fiesta y le dijo: "Amigo, ¿cómo has entrado aquí sin vestirte de
fiesta?" El otro no abrió la boca. Entonces el rey dijo a los camareros: "Atadlo
de pies y manos y arrojadlo fuera, a las tinieblas. Allí será el llanto y el
rechinar de dientes." Porque muchos son los llamados y pocos los
escogidos."]
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