jueves, 16 de octubre de 2014

13-OCTUBRE-14 EL EVANGELIO DE HOY. (Lc 11, 29-32). LA EUCARISTÍA ES SIGNO EXCELSO DE LA PRESENCIA DE DIOS.

A pesar de los grandes avances de la ciencia, el hombre sigue siendo limitado. Su inteligencia y su capacidad de transformar la materia son expresión de su grandeza limitada. Sus observaciones astronómicas y sus viajes hacia los confines del universo, confirman aún más nuestras limitaciones.

Las relaciones humanas muchas veces tan difíciles y fracturadas, lo mismo que las enfermedades y la muerte, expresión máxima de lo limitado que somos, hacen que el ser humano busque algo o a alguien, en quién, encontrar el sentido a su existencia. Buscando un sentido de su vida, que el mismo pueda controlar, elabora ideas y creencias fantasiosas, que dan origen a “la magia, “la brujería”, “la superstición”, “el esoterismo” y la “new age” entre otras ideologías, en donde la fantasía y las emociones, no la razón, las que guías sus pensamientos y acciones.
De la observación de lo creado y de la humildad, ante las propias limitaciones humanas, brota en el hombre la conciencia de que es criatura y que necesita entrar en contacto con su Creador. La razón y no sólo los sentimientos son los que validan la bondad del esfuerzo auténtico de la búsqueda de Dios y del intento de religarse con Él. 
En medio de la historia de la humanidad y de las religiones, a través de Abraham, el ser humano tiene la experiencia de Dios, que se auto revela y hace presente en la historia humana manifestando su gracia y su poder. Este auto revelación alcanza su plenitud, cuando Dios mismo, toma nuestra naturaleza humana y se hace hombre, mostrándose, más que con su poder, con su amor hacia todo ser humano, perdonándonos, redimiéndonos y dándonos la Vida Nueva y la Eterna. 

Al igual que los contemporáneos de Jesús, hoy muchas personas piden signos sin reconocer que el signo máximo del amor de Dios ya se nos ha dado, pues Dios mismo ha tomado nuestra naturaleza humana; ha vivido como uno de nosotros y nos ha mostrado su amor dando su vida por nosotros. 

Teniendo a Jesús en el centro de nuestro diario vivir, en Él encontramos el sentido más pleno a nuestra existencia. Su presencia siempre perenne entre nosotros se planifica cuando meditamos su Palabra pero sobre todo cuando estamos ante su presencia en la Hostia Consagrada y comulgamos de su Cuerpo y de su Sangre en la Eucaristía. LA EUCARISTÍA ES EL SIGNO EXCELSO DE LA PRESENCIA DE DIOS EN MEDIO DE NOSOTROS. 

No necesitamos más signos, no pidamos más u otros signos, como lo hicieron los contemporáneos de Jesús. Acudamos a JESÚS EUCARISTÍA y dejemos que su presencia amorosa nos dé la experiencia del perdón y de la Vida Nueva que nos da al derramar en nuestro corazón su amor misericordioso.


Lc 11, 29-32: "En aquel tiempo, la gente se apiñaba alrededor de Jesús, y él se puso a decirles: "Esta generación es una generación perversa. Pide un signo, pero no se le dará más signo que el signo de Jonás. Como Jonás fue un signo para los habitantes de Nínive, lo mismo será el Hijo del hombre para esta generación. Cuando sean juzgados los hombres de esta generación, la reina del Sur se levantará y hará que los condenen; porque ella vino desde los confines de la tierra para escuchar la sabiduría de Salomón, y aquí hay uno que es más que Salomón. Cuando sea juzgada esta generación, los hombres de Nínive se alzarán y harán que los condenen; porque ellos se convirtieron con la predicación de Jonás, y aquí hay uno que es más que Jonás".

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